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Siendo holística (Parte 2)

Tomar la decisión de mudarme a vivir tiempo completo en una finca fue compleja y al misma tiempo algo radical-hoy en día reconozco esto. En principio implicó contrariar las expectativas de mi madre en cuanto que yo "debería" estar en otro lugar siendo "productiva", no saber con certeza si me iba a adaptar y a empezar un estilo de vida bien diferente al que tenía. Toda una travesía.

Llegué modo chica "citadina" con el ritmo acelerado buscando rapidito qué ponerme a hacer. Invertí mi liquidación en un lote de aproximadamente 120 de gallinas ponedoras de huevos y pollos para engordar y vender; sin medir el alcance de lo que esto implicaba. Aprendí a prueba y error sobre sus cuidados mientras experimentaba el dolor de sus muertes por enfermedad o en el momento de sacrificarlos para la venta. Quién era yo para maltratar un animal y venderlo?


Continué replanteando mi dieta. Elegí dejar de comer proteínas animales de cualquier tipo. Al mismo tiempo me puse en situación de vivir la vida de un campesino involucrándome en las labores de siembra, cuidado, observación y cosecha de hortalizas así como de otros cultivos existentes en el lugar; también cuidando otros animales como perros, gatos, aves y una vaca :). Esto me permitió entrar en contacto directo con la energía de la abundante tierra. Para mi sorpresa, al mismo tiempo que empecé a sensibilizarme con los ciclos de la naturaleza iba experimentando una conexión más sutil con la energía a diferentes niveles.


En relación con el cuerpo fui experimentando que el alimento es energía que vibra en diferentes frecuencias. Comer lo que cosechaba y cocinar creativamente fusionando sabores que había ido recogiendo de mis viajes se convirtió en parte de mi cotidianidad por varios años. Entré en una etapa de limpieza del cuerpo físico "sin querer queriendo". Pasaba gran parte de mis días sola, aprendiendo, rodeada de montañas; con pocas distracciones. Progresivamente y de forma natural dejé de tomar alimentos procesados, probé la dieta vegana, la dieta crudívora y el ayuno. La práctica de hatha yoga y la meditación seguían presentes más que nunca. Experimenté por algunos momentos mucha energía vital.

Fuente: pixabay. Somos energía. La energía no se crea ni se destruye, se transforma. Somos individuos con un cuerpo energético que vibra en diferentes frecuencias y así dar lugar al cuerpo físico, mental, emocional, entre otros


En relación con mi cuerpo emocional experimenté una purga tremenda. Así como experimentaba el incremento de la luz y energía en mi cuerpo físico, afloraban con más fuerza e intensidad contenidos emocionales inconscientes muy intensos. Momentos de profunda tristeza en los que lloraba desconsoladamente a veces sin razón, sentí mucha rabia, dolor, resentimiento, miedo. Observé que memorias bloqueadas desde niña continuaban surgiendo a la superficie. Por momento sentía que iba a enloquecer. Trabajo con mis polaridades al 100%!


Entrar en contacto con mis padres era agotador, aún seguía trabajando con ellos en este proyecto de la granja. Rendir a sus demandas y a mis procesos internos era too much. Sumándole a todo esto mi mamá fue finalmente diagnosticada psiquiatricamente con transtorno bipolar afectivo.


Digo finalmente porque desde hacía varios años atrás venía presentando cada cierto tiempo fases que parecían depresión y otras donde era extremadamente hiperactiva. Cuando se encontraba deprimida no quería hacer absolutamente nada más que llorar y lamentarse. Era curioso pues en esta fase de ella parecía que mis malestares físicos se sanaban y yo recuperaba energía vital. Mientras que en sus períodos de alta hiperactividad mi energía se agotaba hasta el punto de enfermarme físicamente.


Era un sube y baja emocional que no comprendía hasta que tiempo después, gracias a las búsquedas internas de mi hermana menor y mi propia indagación, pude identificar como dinámicas narcisistas y de codependientes.


Esta etapa de 7 siente años la compartí por un tiempo con un compañero con quien viajamos a

India, Perú y una partecita de Bolivia. Lugares naturales mágicos como Macchu Picchu, el lago Titicaca, Spity Valley y Gangotri (el glaciar donde oficialmente nace el río Ganges) que me permitieron activar frecuencias energéticas pues actúan como portales en el planeta. De su mano conecté con la herida de mi infancia del abandono y los primeros indicios de sanación de esta. Inicié mi camino más consciente de trabajar en mi amor propio, autoestima y valor.


Luego de unos años de aprendizaje, decidí que quería compartir con el mundo eso que iba integrando y así fue que junto a un amigo abrimos en el pueblo un restaurante

vegetariano. Siendo este lugar un laboratorio de cocina. Lo llamamos "Quinua, comida alternativa". Realmente fue una escuela donde aprendimos y enseñamos sobre preparaciones naturales, tradicionales y locales. En ese momento bajo la filosofía del vegetarianismo. La labor era cocinar con personas locales y compartir conocimientos. Sin embargo, después de un par de años y de otro intento de crear un espacio de comida sostenible, decidí que quería y era necesario moverme de aquel lugar. La vida manifestándose en su sabiduría cíclica.


Antes de continuar hacia otro momento, es importante mencionar que en esta época del proyecto restaurante-laboratorio llegó a mí la música. Un día estaba en Bogotá de visita, cuando a través de un amigo de una amiga se presentó ante mí el Santur Persa. Una legendaria arpa celestial para mis oídos, catalogada como el abuelo del piano y era proveniente de Irán. Volví a enamorarme!... literalmente empecé una relación con el chico que me lo presentó y con este instrumento. Cuando lo ví y escuché por primera vez en mi casa en Turmequé pensé "WTF jajaja, yo acá en medio de la nada y llega este personaje? Qué es esto universo?

Fuente: www.shutterstock.com


El caso fue que mi compañero en ese entonces había decidido irse a estudiar música a India por 6 meses y necesitaba una niñera para el Santur. Yo acepté la misión y por ese tiempo estuve explorándolo de manera empírica - no era tan fácil acceder a un profesor desde donde estaba- al mismo tiempo que desarrollaba una formación como facilitadora de Mindfulness (según la metodología y marco de Jon Kabbat Zin) para educación con un interesante proyecto en Bogotá que se llama RESPIRA.


Por este tiempo decidí hacer esta formación ya que después de 10 años de práctica de meditación - y experimentar ampliamente sus beneficios - quise encontrar un lenguaje/forma "racional/intelectual" para transmitir esta poderosa herramienta a quienes tienen grandes dosis de sufrimiento, quieren salir de el y no han tenido mayor cercanía con este tipo de prácticas.


Me sorprendí porque aunque mi objetivo anterior se ha ido cumpliendo, comprendí que el encuentro entre música y atención plena se dio más para atender mi cuerpo emocional que el mental previamente explorado- Tener herramientas prácticas para gestionar las emociones y el estrés fue mi gran descubrimiento. Si bien es cierto que la técnica de meditación que había estado integrando es efectiva en la purificación de la mente, en mi opinión, no le da explícitamente lugar al reconocimiento de las emociones.


En este sentido el contacto con la música, específicamente con el santur persa, me permitió entrar en contacto más directo con mis emociones. Tocarlas de alguna manera y estar con ellas. Aprenderlas a expresarlas de forma armónica y en general gestionarlas. De la misma manera cultivar la creatividad, la fluidez y el ritmo propios. En este momento seguía acompañada con la naturaleza de fondo y la gastronomía natural que seguía cultivando y desarrollando.


Acercarse a limpiar la casa del cuerpo emocional requiere valentía. Desde mi experiencia, implicó tocar el dolor de las heridas de mi infancia de rechazo, abandono, humillación de manera consciente. No es chévere experimentar sensación angustia y tristeza constante.


Así como no sentirse suficiente, tener baja autoestima, cargar pesos y responsabilidades sin saber de dónde salieron, vivir en función de las opiniones y expectativas externas y en pocas palabras sentirse desvalorizada completamente. Todo esto por creencias limitadas erróneas implantadas en nuestros linajes familiares, la cultura, la educación, entre otros factores.


Siento/pienso que experimentar esto tiene un valor incalculable: despertar la consciencia y abrirse a la compasión y amor incondicionales hacia el sí mismo y progresivamente a los demás en la espiral evolutiva.


Con esta apertura al mindfulness y la música comienza el fin de esta etapa. Fue una suerte de "monasterio" en la dimensión de madre naturaleza para la sanación de la energía femenina que fluye a través de mí. Estuve resguardada y guiada en territorio de montañas andinas sabias en conexión con frecuencias celestiales de maestros ascendidos atenta a sus mensajes mientras recordaba. Iba experimentando progresivamente un aumento de sensibilidad en donde podía ver, oir y sentir de otra manera. La canalización era un tema que se hacía más claro para mí.


Antes de finalizar estas líneas quiero mencionar que en el transcurso de estos 7 años regresé a India en 2013. Oportunidad que aproveché para profundizar en mi práctica meditativa comenzando a hacer cursos largos. Allí hice un curso de Vipassana de 20 días, continué mi práctica personal de fondo al relato anterior para poder hacer 2 cursos de 30 días en Estados Unidos en 2014 y 2015 respectivamente. Tuve oportunidad de servir en diferentes centros de meditación y poner en práctica la enseñanza en relación con otras personas. También con cada paso del camino la sabiduría se ha ido activando mientras el canal humano se purifica.


En 2016 regresé a India porque amo viajar y una amiga quería cumplir el sueño de visitar estas tierras. Así que viajamos juntas; una vez más aproveché estar allí y continuar el camino.


Los cursos largos y los viajes a India me fueron mostrando paso a paso que era hora de tomar otros rumbos. Hasta que a finales de 2017 decidí moverme. Era hora de empezar otra etapa y otro viaje. Mi pareja en ese entonces y yo emprendimos un viaje a Ecuador mientras desarrollabamos sesiones terapeúticas integrales de Meditación/música y Yoga/música en este territorio.


En la siguente entrada continuaré relatándome en esta nueva fase.


Este escrito me hace reflexionar lo siguiente:


- Siento que estos años en definitiva fueron para la sanación de mi energía femenina y aunque complejos, continuamente estuve siendo guiada y protegida. En este apartado en particular noté la presencia de varios hombres que, "sin querer queriendo" potencializaron el avance de esa energía femenina en aras de una integración, empoderamiento y presencia en el mundo material. Esta energía masculina en mis aprendizajes la honro y la agradezco.


- Siento que es esencial entrar en contacto tanto con la energía masculina como con la femenina latente en cada uno como individuo. Así como familiarizarse con ellas, equilibrarlas y armonizarlas. La integración de las polaridades en estos tiempos es vital.


- La naturaleza es una fuente enorme de información, inspiración y sabiduría si se le presta atención. Para mí representa la abundancia, la belleza y el hogar para evolucionar




 
 
 

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